Sábado 1 de febrero
El sábado 1° de
febrero Rocío, Mónica y yo (Gaby) hicimos nuestra primera visita como equipo a la casa
hogar Las Doce Piedritas. Según el plan que habíamos diseñado nos tocaría
trabajar con los niños más grandes, de 14 a 16 años. Sin embargo, cuando
llegamos iba saliendo un grupo de niños de diferentes edades a una clase de
break dance; además, otros de los más grandes debían meterse a bañar casi en el
momento que llegamos, de modo que no trabajamos sólo con los grandes ya que los
sábados suelen estar ahí todos los niños y al parecer no tenían otra actividad,
entonces decidimos invitar a quienes quisieran participar. Nos acompañaron dos
muy pequeños, Alonso y Ramsés, como de 4 y 6 años; también Miguel, César, Fili
y Daniel, como de entre 10 y 14 años; y unos más grandes, como Ángel y César,
de 15 a 18 años.
Antes de iniciar
con la actividad tuve la oportunidad de platicar con algunos de ellos un
momento, su actitud era inquieta, agresiva, provocadora entre ellos mismos,
particularmente sobresalía por su comportamiento muy violento un niño llamado
Miguel, como de 10 años. En total eran alrededor de 11 niños cuando iniciamos.
Subimos al salón
en donde hemos visto que también trabajaron los otros equipos, acomodamos
sillas en círculo y tomamos nuestro lugar. Moni les llevó fresas que se
comieron en cuestión de segundos y con mucho entusiasmo. Entonces decidimos
hacer nuestra primera actividad que era para presentarnos y conocer nuestros
gustos. Yo dirigí la actividad, tenía una bola de hilaza que debía lanzar a
otra persona después de decir mi nombre, lo que me gusta y lo que no me gusta,
pero quedándome con el inicio de la hilaza, para comenzar a tejer una telaraña
cuando la persona que yo había elegido repitiera la misma dinámica, y así hasta
que todos hubiéramos hablado. Desde el inicio, esta actividad se torno por poco
casi imposible de llevar, fue muy difícil que siquiera atendieran las
indicaciones. Luego, cuando comenzamos, apenas un niño decía su nombre o lo que
le gustaba y lo que no, los demás interrumpían y encimaban la voz diciendo
apodos, distorsionando la información, hablando por ellos. Tanto Rocío, como
Moni y yo tratábamos de mantenerlos tranquilos, les pedíamos silencio, respeto,
orden, pero fue realmente difícil. Los niños se agredían constantemente, física
y verbalmente, sin importar la edad. En todo el tiempo que estuvimos con ellos
sólo como 10 minutos uno de los formadores apareció para poner un poco de
orden, pero luego se fue y todo continuó igual.
Al terminar esta
actividad, hicimos las sillas a un lado y les repartimos periódicos y tijeras;
yo le pedí a dos de ellos que escribieran en dos cartulinas que llevamos, “Lo
que me gusta” y “Lo que no me gusta”. Debían buscar en los periódicos imágenes
o palabras, recortarlas y pegarlas en la cartulina correspondiente. Nosotras
planeamos esta actividad con la intención de conocerlos y saber sus intereses
para después saber qué otras actividades hacer, sobre todo qué libros podríamos
acercarles. Esta dinámica se llevó mucho mejor que la primera, pero desgraciadamente
varios niños se dispersaron, no quisieron hacerlo y para ese momento ya sólo
había como 6 de ellos con nosotros. Sin embargo se vieron relajados, contentos y
entretenidos hojeando los periódicos. Nos llamó la atención mucho, por ejemplo,
el caso de Miguel, el niño que desde el inicio estuvo muy violento y que fue el
que más interrumpió la primera actividad, pues cuando le dimos los periódicos
se tranquilizó por completo, trabajó muy bien, se mostró interesado y atento.
La idea era
hacer al final una reflexión de cómo tenemos gustos diferentes y sin embargo
podemos convivir, o cómo lo que a nosotros puede agradarnos para otros puede
resultar desagradable. En fin, una retroalimentación acerca de la diversidad y
el respeto. Pero la verdad es que también en este momento fue difícil
mantenerlos atentos; en el suelo quedaron todos los periódicos y algunos niños
se tiraron muy felices a jugar con los papeles, sin hacer mucho caso del cierre
de la dinámica.
Aunque la sesión
suene un poco fracturada la verdad es que lo disfrutamos mucho, salimos de ahí
con ideas nuevas, enseñanzas, aspectos que debemos tomar en cuenta para
nuestras próximas visitas. Pese a todo es muy enriquecedor estar con ellos,
aunque se agredan o se apoyen, es interesante conocer su lenguaje y saber que
todo el tiempo están tratando algo decirnos algo.
Ahora lo que más
deseamos es volver para consolidar bien a nuestro equipo con los más grandes, o
quizá en un futuro podríamos pensar en dinámicas que los incluyeran a todos. Por
lo pronto, los niños del sábado eligieron un nombre, “Los padrinos mágicos”.
Equipo:
Mónica Márquez
Rocío Rojas
Gabriela González (Autora y Coordinadora)



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